Jonas Armstrong
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 Capítulo 10 (RH)

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VivoDeSueños
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MensajeTema: Capítulo 10 (RH)   Capítulo 10 (RH) Icon_minitimeJue Jun 04, 2009 8:16 pm

MARIANA (Marian para nosotras)

Había pasado mucho tiempo desde que Mariana At Lea fuera trasladada al castillo de Hugo de Reinault. Ella no había sabido nada de la visita de Robin. Sólo sabía que su padre había ido a Tierra Santa y que, en la actualidad, el señor de Reinault era su tutor.

Aunque no gozaba de sus simpatías, Mariana pensaba que si su padre había confiado en él, tendría razones para ello. Por eso se limitó a esperar. Pasaba sus días leyendo y realizando alguna labor, recluida en sus aposentos, sin contacto con nadie.

Una tarde, el señor Hugo de Reinault subió a verla y le dio la triste noticia de que el barco de su padre había naufragado. Nada se sabía de él.

Mariana enjugó sus lágrimas y recibió el pésame del señor de Reinault.

-Gracias, señor. Sé que apreciabais a mi padre. Él también os quería y confiaba mucho en vos.

Hugo de Reinault creyó conveniente aprovechar la oportunidad para hablar con Mariana de su futuro. La joven estaba a punto de ser mayor de edad y, cuando esto sucediera, él perderá la ocasión de poder influir en sus decisiones y seguir administrando sus bienes.

-Querida Mariana, ya sé cómo os sentís. Pero tenéis que reponeros. La vida sigue. Debéis ir pensando en casaros ...

-¿Casarme? No pienso hacerlo de momento. Además, en los documentos que me habéis mostrado, mi padre pedía que yo ingresara en un convento hasta que él volviera.

-Vuestro padre no volverá, Mariana... Bueno, es improbable que vuelva. Yo soy vuestro tutor y, entre mis obligaciones, entiendo que está el preocuparme por vuestro futuro.

-Gracias, señor de Reinault. Pero, por ahora, el matrimonio no entra en mis planes -dijo Mariana con gran seguridad.

"Ya haré yo que cambies esos planes, joven estúpida" -se fue pensando el ambicioso caballero.

Hugo de Reinault tenía ya todo decidido en relación con Mariana. La casaría con el señor Ralph de Bellamy, barón adepto a Juan sin Tierra.

Pocos días después de producirse la conversación con la joven At Lea, Hugo visitaba al barón de Bellamy en su castillo y le comunicaba sus proyectos.

Ralph de Bellamy, tan codicioso como su amigo, consideró que era una magnífica oportunidad para negociar las condiciones de este interesante ofrecimiento. No estaba dispuesto a aceptar una esposa sin obtener unos buenos beneficios. Además, las propiedades y bienes de los At Lea no eran nada despreciables.

Tras un largo regateo, como si de una mera transacción comercial se tratara, los dos caballeros llegaron, por fin, a un acuerdo. Ralph de Bellamy recibiría dos tercios del patrimonio de la joven. El otro tercio quedaría en manos de Hugo.

Por su parte, Ralph de Bellamy quedaba comprometido a colaborar, con un gran número de hombres armados, en la nueva expedición al bosque de Sherwood que estaban preparando los hermanos Reinault y Guy de Gisborne.

A pesar del gran sigilo con que fueron llevadas estas negociaciones, Robin, que tenía amigos dispuestos a informarle por todas partes, consiguió enterarse de lo que se tramaba. Sólo tenía que esperar a entrar en acción para salvar a Mariana y dar su merecido a esos caballeros sin escrúpulos que actuaban como auténticos bribones.

Hugo de Reinault decidió que fuera Guy de Gisborne el encargado de trasladar a Mariana hasta el castillo de Ralph de Bellamy, donde se celebraría el matrimonio. Irían protegidos por una fuerte escolta. Todo había de hacerse con rapidez, ya que faltaban apenas dos meses para que la joven llegara a su mayoría de edad. Nada podía fallar.

Llegó el día señalado, y Guy de Gisborne y Hugo de Reinault entraron en las dependencias reservadas a la joven.

-Marian y, hoy iréis a conocer a vuestro pretendiente: el barón Ralph de Bellamy

-iCómo? ¿El señor de Bellamy? -preguntó incrédula-.Nunca será mi esposo. No me interesa conocerlo. Su fama en toda la comarca es suficiente pares mí. No quiero casarme, ¡y menos con ese cruel caballero! Ingresaré en un convento. Ése es mi deseo.

-Os casaréis con Ralph de Bellamy, queráis o no queráis -gritó con violencia el señor de Reinault.

-Vamos, Mariana- intervino Guy de Gisborne-. Yo os conduciré al castillo de vuestro prometido. Conmigo estaréis a salvo.

-La bodas se celebrará dentro de tres días -anunció Hugo de Reinault-. Yo saldré mañana. Seré vuestro padrino, como me corresponde.

Mariana no pudo oponerse más. Se vio obligada a obedecer. En ese momento entendió quién era en realidad el señor de Reinault Su amistad con Guy de Gisbome despejaba cualquier duda Éste siempre había sido un claro partidario del príncipe Juan. Seguramente, su padre desconocía este importante detalle. Ahora estaba segura de que ese caballero estaba implicado también en su muerte.

Mariana era conducida sin remedio a casarse con un miembro de este grupo. Para ella era terrible por lo que significaba de traición a su padre y al legítimo rty de Inglaterra, Ricardo Corazón de León.

Comenzaba ya a atardecer cuando la comitiva de Guy de Gisbome se vio interceptada por un grupo de hombres. El caballero dio orden de retroceder hasta la aldea que acababan de dejar atrás. Unos metros más allá, otro grupo, encabezado por Robin Hood, le aguardaba Lleno de furia se dirigió, lanza en ristre y a todo galope, contra él. Robin esquivó la embestida y Guy de Gisbome rodó por el suelo. Se incorporó con rapidez y, empuñando su espada, se acercó con paso decidido hasta el héroe de Sherwood. Robin le esperaba pacientemente blandiendo su poderosa arma.

El duelo fue un verdadero espectáculo para todos los presentes. Ambos eran hábiles y valientes luchadores y utilizaron todos sus recursos.

Guy de Gisborne combatía en mejores condiciones, ya que su armadura lo hacía prácticamente invulnerable. Pero, precisamente, de esto logró sacar partido Robin. Él estaba más desprotegido, pero tenía mayor libertad de movimientos. Con su gran destreza consiguió acertar con su espada en los escasos flancos sin guarecer que presentaba su enemigo.

Robin hirió gravemente a Guy de Gisborne. Él, en cambio, sólo sufrió pequeños rasguños.

Cuando los hombres de Gisborne vieron a su jefe tendido en el suelo y con heridas tan considerables, lo recogieron y emprendieron la huida, sin ocuparse de Mariana At Lea, principal objetivo de su misión.

Mariana, después de tanto tiempo, no había reconocido a Robin durante el combate. Grande fue su sorpresa al reconocer al amigo de su infancia en aquel paraje.

Los dos se abrazaron con cariño y se encaminaron a Sherwood. Allí tuvieron una larguísima conversación. Los jóvenes se contaron todo lo que sabían sobre los sucesos ocurridos en el país durante los últimos años y se confesaron sus sospechas y certezas.

Mariana se quedó a vivir en el bosque de Sherwood. Empezó a ayudar al padre Tuck. En poco tiempo se ganó el corazón de los niños y de todos los allí refugiados.
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